jueves, 5 de junio de 2008

Elegy

Miércoles noche. Kinépolis. Le toca elegir a ella.

Nunca conseguí ver ninguna película de Isabel Coixet entera, ni en DVD, ni en el "plus", ni nada porque se me hacen un poco lentas (sólo un poco, Isabel, a ver si un día te va a llegar mi Curriculum y ya la tenemos liada...). Esta también tuvo un par de momentos de esos de sentir "no pasa nada, esto no avanza" pero gracias al trabajo actoral queda todo salvado. Por gustar me gustó hasta Penélope. Su trabajo, quiero decir; y es que nunca consiguió engancharme como actriz ni con sus papeles en España ni cuando dió el salto a Hollywood (ahí menos, la verdad).

Ben Kingsley ("Casas de Arena y Niebla", "La Lista de Schindler") es un señor actor. Elegante, señorial y a la vez tierno y sencillo en un papel que le viene a medida.

Penélope Cruz, muy correcta y comedida, crea un personaje complejo que nos va descubriendo según pasan los minutos de metraje hasta su climax final.

Y los secundarios son de lujo. Desde la eterna amante Patricia Clarkson ("Buenas noches, y buenas suerte" de George Clooney o "Vicky Cristina Barcelona", la nueva película de Woody Allen) hasta el actor y también director Dennis Hopper como el fiel amigo de nuestro protagonista, sin olvidarnos de Peter Sarsgaard interpretando el papel del resentido hijo.

La película nos cuenta la historia de David Kepesh (Ben Kingsley), un profesor de universidad que, cada fin de curso, organiza una exitosa fiesta de despedida con el fin de seducir a su alumna más atractiva de ese año. Esta técnica que le ha funcionado desde sus primeros años de trabajo esta vez le va a dar más de un quebradero de cabeza puesto que Consuela Castillo (Penélope Cruz y no, no es una errata, se llama Consuela) resulta ser más especial de lo que el profesor Kepesh pensaba. Él, que está acostumbrado desde hace más de 20 años a ir de cama en cama, se deja seducir a su vez por su alumna hasta, aunque no lo admita, llegar a enamorarse. Y es que, no todo en la vida es sexo. Poco a poco, lo que empieza como una más de sus ya muchas conquistas, pasa a ser una relación con cierta estabilidad y continuidad. Ese cambio en la vida de una persona que, desde que se separó de su ex-mujer, no ha querido atarse a nadie es, además, más complicado a causa de la diferencia de edad que los separa, unos 30 años aproximadamente.

David pasa de ser la persona que domina la situación a perder totalmente el control. Lo asaltan inseguridades y dudas y los celos son muy malos amigos de las personas porque, como él mismo afirma en un momento de la película, ella se puede ir con un hombre más joven ya que en el pasado él habría sido ese hombre.

A pesar de todo la relación parace ir avanzando hasta que, tras muchos meses juntos y recriminar Consuela a David que nunca aparece en las reuniones familiares, este le promete que estará en la siguiente. Llegado el día y ya sentado en su coche con un ramo de flores camino a la fiesta de Consuela, le entra el pánico y, mediante una escena en flashback en la que habla con su amigo George, decide no ir "por el qué dirán, porque la familia criticará una relación con una persona tan mayor"; llama a Consuela, le miente diciendo que se le ha averiado el coche y ella decide romper la relación.

David se refugia en su trabajo como profesor y en su amigo George el cual, por cierto, es un reputado poeta que aplica similar técnica que nuestro protagonista ya que, como él, también está separado.

Una tercera persona en la trama tiene problemas matrimoniales, el hijo de David. Kenny es uno de los mejores médicos de la ciudad, está felizmente casado y tiene dos hijos. A diferencia de su padre, él no se considera un fracasado en su matrimonio ya que sigue al lado su esposa tras confesarle que está enamorado de otra mujer. Kenny es incapaz de abandonar a sus hijos tal como hizo David. Este hecho es el que le hace mostrar resentimiento e incluso ira hacia su padre, sentimientos que únicamente aplaca en el momento en que ambos se sinceran, Kenny por su infidelidad y David demostrando que no es de piedra y le preocupa profundamente Consuela. Y sí, es que ella reaparece en su vida dos años después, pero con una sorpresa que finalmente hace a David cambiar su forma de vida.

El último momento a destacar es la participación en la trama de Carolyn, una poderosa ejecutiva interpretada por Patricia Clarkson con la que David a mantenido una relación sexual durante los últimos veinte años, dándonos a entender que fue una de sus primeras alumnas que, cada pocas semanas, vuelve a la cama de este.

En resumen, una película algo pausada a la hora de contar algunos sucesos pero que merece la pena ver aunque sea sólo para contemplar otro gran trabajo de Ben Kingsley.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo sobre Penélope, no me resulta buena actriz y tampoco me ha parecido nunca atractiva la verdad. Prefiero a Antonio Banderas (como actor, no nos confundamos) y no es que lo considere ni el mejor ni el peor actor, me parece que tiene lo que hay que tener para sobrevivir en Hollywood, que ya es mucho. Un detalle que me gusta de él es que se dobla a sí mismo en las películas. Un punto a su favor.