
Una vez dentro del edificio y acompañados de un extraño americano que ha sido enviado por el Departamento de Sanidad, comienzan a vivir el horror en primera persona. Sin previo aviso, alguien se abalanza violentamente sobre los soldados y les ataca. Empieza a cundir el pánico entre ellos y se nos hace la primera revelación: el americano no está allí por temas de sanidad, es en realidad un cura exorcista y necesita una muestra de sangre de la niña Medeiros.
Ya explicado a los soldados que todo es un montaje de cara al público y, en verdad, el edificio no está en cuarentena por un virus si no que está lleno de poseídos por el demonio, comienzan a buscar la probeta que está oculta en algún lugar con la sangre de Medeiros. En cuanto esté en manos del americano, este dará la orden y podrán salir de nuevo a la calle...
El problema es que no están solos.
De pronto, estando en mitad de las escaleras y después de haber eliminado algún que otro infectado, descubren que tres niños de unos 14 años se han colado en el edificio con una video cámara...
AQUÍ LO DEJO, NO VAYA A SER QUE TENGA A ALGUN DESPISTAO LEYENDO...
Me gustaría destacar el esfuerzo de Plaza y Balagueró por traernos una secuela que, a pesar de ser más de lo mismo, intenta indagar un poco más profundamente en la historia original.
Además, el hecho de que esta vez sean varias cámaras (la documental que llevan los geos, las de los cascos y, después, la de los terceros en discordia) te transmite mayor sensación de que se abarcan todos los frentes.
Lo que no me gusta, siendo consciente de que esto también viene de la primera parte, es el abuso de la steady-cam (o cámara al hombro) que, por momentos, llega incluso a marear; además, quieren hacerlo tan real que en más de una ocasión no ves absolutamente nada. Los planos son tan oscuros y tan cerrados que, en varios momentos, lo único que ves son borrones en la pantalla.
Por lo demás, creo que es una película bastante recomendable que ata algunos cabos sueltos de la anterior y es capaz de transmitir perfectamente esa angustia que inunda a nuestros protagonistas.
Y, qué narices, aunque sea por ver de nuevo a la preciosa Manuela Velasco... ¡Qué queréis, siento debilidad por esta mujer!