
Era una de esas cosas que siempre tienes en mente. Que, en cualquier momento del día, piensas "tengo que escribir un post sobre esto" pero siempre relegas en favor de otro. Es lógico, este es un tema universal que seguirá ahí por los siglos de los siglos, como las mejores obras de Shakespeare, como los macarrones con tomate, como Cine de Barrio y las películas de Paco Martinez Soria...
Alguno que estéis leyendo esto pensaréis "yo no trago a los taxistas, siempre cogiendo los rodeos más tontos para cobrarme dos euros de más". Otros pensaréis "yo no aguanto a las señoras mayores que se cuelan en la cola del super y dicen eso de es que sólo llevo dos cositas, si no le importa...". Pues para todos vosotros, que tenéis otro tema universal inaguantable, va dedicado este humilde post.
A mí, como en el anuncio aquél, me gusta conducir. Es cierto que Madrid es una jungla, que la gente va como loca y tienes que llevar mil ojos puestos en la carretera y en los retrovisores, que aparcar en el centro te puede llevar en el mejor de los casos una hora y cuarto de reloj y que te expones a que, al recoger el coche, alguien te haya dejado un regalito en plan "boyo" o "rayonazo", pero todo ese suplicio no me importa.
A mi los que me amargan la vida son los camioneros. Y a veces he llegado a pensar que se trate de una conspiración y todo, pero no contra mí, ojo, si no contra todo aquél que ose provocarlos al conducir cualquier tipo de vehículo que no sea un "camionaco".
Es decir. Cualquier día de cualquier semana de cualquier mes a la hora que se os ocurra, da igual, la que sea y hasta seguramente dé lo mismo en qué carretera, os encontraréis con un señor de estos (o señora, que seguro que también la hay) detrás de esos pedazos de volantes que parecen la pizza familiar de cualquier franquicia conocida pisando un acelerador a 95 por hora con toda tranquilidad... pero, de pronto, el cielo empieza a oscurecerse y poblarse de nubes negras como la nuca de Eddie Murphy, la autopista lisa y llana comienza a tomar una inclinación desfavorable sospechosamente parecida a una cuesta arriba peor que la de enero en tiempos de recesión y con un 18% de IVA, el camionero amable y simpático acaba con los ojos inyectados en sangre y su perfecta detandura blanco-ariel se retuerce hasta que le brotan colmillos, su pie empuja con todas sus fuerzas el pedal, el vehículo llega a velocidades de vértigo de hasta 110 kilómetros hora y ahí, justo en ese determinado momento en que tú todo incauto piensas que aún podrás continuar tu placentero viaje sin ningún tipo de interrupción externa, justo cuando la cuesta arriba llega a su 40% y el camión parece echar los "pulmones" por el escape, justo ahí... ¡el jodido camionero se pone a adelantar a un trailer de 5 metros y tienes que frenar "pa" no comértelo, copón!
Es decir. Cualquier día de cualquier semana de cualquier mes a la hora que se os ocurra, da igual, la que sea y hasta seguramente dé lo mismo en qué carretera, os encontraréis con un señor de estos (o señora, que seguro que también la hay) detrás de esos pedazos de volantes que parecen la pizza familiar de cualquier franquicia conocida pisando un acelerador a 95 por hora con toda tranquilidad... pero, de pronto, el cielo empieza a oscurecerse y poblarse de nubes negras como la nuca de Eddie Murphy, la autopista lisa y llana comienza a tomar una inclinación desfavorable sospechosamente parecida a una cuesta arriba peor que la de enero en tiempos de recesión y con un 18% de IVA, el camionero amable y simpático acaba con los ojos inyectados en sangre y su perfecta detandura blanco-ariel se retuerce hasta que le brotan colmillos, su pie empuja con todas sus fuerzas el pedal, el vehículo llega a velocidades de vértigo de hasta 110 kilómetros hora y ahí, justo en ese determinado momento en que tú todo incauto piensas que aún podrás continuar tu placentero viaje sin ningún tipo de interrupción externa, justo cuando la cuesta arriba llega a su 40% y el camión parece echar los "pulmones" por el escape, justo ahí... ¡el jodido camionero se pone a adelantar a un trailer de 5 metros y tienes que frenar "pa" no comértelo, copón!
¡Pero es que no hay otro momento! ¿¡No tienen ustedes, amables y robustos señores de este tan maravilloso gremio, más autopista para adelantar cuál pique de quinceañeros llenos de

Si alguno sóis o tenéis un familiar, amigo, mascota o vecino del quinto camionero sólo os digo que le pidáis un favor: cuando veáis un Peugeot 207 azul por la carretera, apiadáos de él y dejadle pasar antes... con suerte hasta soy yo.
Atentamente,
Daniel.